Me anunció sin preámbulos que la había encontrado. Nuestra primera obra.
Llevábamos ya meses, quizás un par de años, torciendo la realidad en
juegos que nos inventábamos por la calle, en azoteas, en callejones de
Sol, entre las piedras. Presentaciones sin muchas reglas, sin demasiada
preparación, con el único denominador común de borrar la barrera entre
éste, el mundo tangible, y ese otro universo pocas veces visible, ése que
aprendimos a descubrir, a manipular, a usar como disfraz hasta olvidar
dónde habíamos dejado el umbral, hasta preguntarnos si alguna vez había
existido otro lugar. Habrá sido por esos tiempos, entre un escenario
improvisado y el siguiente, en un momento intrazable, una sucesión de
momentos indescifrables, que nos volvimos hermanas. Sin acuerdo previo o
planeación, despertamos una noche para descubrir, ahí, en el aire, una
certeza que nació a la par del tiempo, que esperaba sólo a ser reconocida,
sin necesidad de buscarla, ¿lo entiende usted? Dice Sándor Márai, en “El
Último Encuentro”, que no hay nada en el mundo que pueda compensar una
verdadera amistad. Que ni siquiera la pasión devoradora y desesperada que
une a hombres y mujeres puede brindar tanta satisfacción como una amistad
silenciosa y discreta, pues la amistad es una hazaña, en el sentido fatal
y silencioso de la palabra, donde no resuenan ni sables ni espadas. Y yo
le creo, a Sándor Márai, porque Moira fue mi hermana desde antes de
encontrarla.
Un hombre me regaló una llave esa mañana, envuelta en un papel con un
mapa. En el mapa, un lugar, en el lugar, una cerradura, y detrás de ella,
un libro. Guardé el libro, y subí las escaleras al teatro de Moira. He
encontrado la obra, dice. Me siento en el suelo, y de su armario saca un
espejo, rojo, con rosas disecadas hiladas al marco, y un laberinto de
palabras, rojas también, surcando el vidrio. Moira se sienta de espaldas a
mí, mirando al espejo, y lee sobre su reflejo un encantamiento-
Infinitésima piccola puertecita to the self-heart.
Entrez, per favore, please come in,
But once you are in-side, which side?
This side
De-cide
Hemos encontrado la obra, dice, el circo con el que comenzaremos a
ferrocircunventolar el Océano Mar, el teatrotramundo con el cual
tatuaremos el cielo inteiro: la Caravela Caravana de la obra primera de
Eliseo Alberto-
Abro mi bolso, saco el libro que me encontró esa mañana detrás de una
llave anónima, y se lo pongo a Moira en las manos. En la portada, un cisne
negro suspendido en la carpa de un circo. Y sobre ella, las palabras “La
Eternidad Por Fin Comienza un Lunes”, ópera prima de Eliseo Alberto.
En vilo,
Lua
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Y despedirse, con la ligereza de una palabra sola...